uando dos jóvenes soldados, Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay), son asignados para rescatar a mil 600 militares de una masacre segura, el reloj comienza a correr para que ambos logren cruzar territorio enemigo antes de que el pelotón caiga en la trampa.
Eso refleja 1917, película dirigida y escrita por el ganador del Óscar Sam Mendes en colaboración con Krysty Wilson-Cairns y en la cual, a través de esta misión suicida, se traza toda una travesía física y emocional con la que pretenden sumergir al espectador en las entrañas de la Primera Guerra Mundial.
“Siempre me ha fascinado la guerra, pero el problema con hacerla (una cinta) de la primera es que es muy estática. Tuve que encontrar la forma de volverla un viaje más emocionante, más acelerado, y que hubiera una barrera menor entre la audiencia y los personajes, y eso tomó tiempo.
“Hablamos de cómo hacer una película inmersiva, y no sólo se logra con la imagen: involucra sonido, música, etc. Quisimos que la gente se adentrara y fuera a verla al cine porque es una gran experiencia”, explicó el cineasta británico, en entrevista.
Para concretar el trabajo, al que además sumó el reto de hacerlo con varios planos-secuencia y en tiempo real, el también ganador del Globo de Oro contó con el apoyo de creativos como el director de fotografía Roger Deakins (Blade Runner 2049), el diseñador de producción Dennis Gassner (Skyfall), el ingeniero de sonido Stuart Wilson (Spectre), el editor Lee Smith (El Origen) y el compositor Thomas Newman (Skyfall), entre otros.
“Tuvimos que pensar más en lo que queríamos hacer con la cámara, dónde colocarla, desde dónde queríamos captar la escena, la secuencia, cuándo necesitábamos simplemente ver las caras de los actores, cuándo lo que ellos veían… Lo que usualmente se hace, pero en esta película había que lograrlo todo al mismo tiempo”, explicó Deakins, referente de la fotografía fílmica y con quien el director ya había hecho mancuerna en su primer filme de guerra, Jarhead en 2005.
“Cada set tenía que estar meticulosamente medido, no podíamos cortar, entonces todo tenía que ser perfecto. Cada paso que dieran tenía que estar planeado y había que lograrlo con espontaneidad y un sentimiento de vida. Quería que los actores estuvieran viviéndolo más que actuándolo”, agregó Mendes.
La misión de los reclutas, inspirada en una de las historias de guerra que el británico escuchaba de su abuelo cuando era niño, ya ha sido galardonada con dos Globos de Oro como Mejor Película de Drama y Mejor Dirección.