Netflix lanzó recientemente dentro su vasto catálogo la serie de animación digital Jurassic World: Campamento Cretácico, que parecía un producto destinado para los más pequeños de la casa con el que explotar una franquicia más que conocida con una historia tangencial de dinosaurios y chiquillos. Y sí, puede ser todo eso, pero hay algo más.
Para empezar, hay que advertir que su primera temporada es de las que van de menos a más y también que hay que pasar la fase de prejuicio ante un tipo de serie que quizás no parezca para nosotros. Los dos primeros episodios, por ejemplo, parecen aventurillas autoconclusivas que, en realidad, no son representativas con lo que será el resto. Y tal vez cueste entrar en su apuesta visual: los personajes parecen modelados como en una de esas series de Barbie en las que el pelo apenas se mueve, pero, tranquilos, los dinosarios lo compensan con creces.
La historia de la serie comienza con la llegada de cinco chavales bastante estereotipados -un nerd de los dinosaurios cuya pasión le viene de su padre fallecido, una influencer que teme que sus seguidores le den de lado o un niño rico cuyo padre le hace poco caso- a un campamento de verano situado en el mismísimo parque Jurassic World, antes, por supuesto, de que los dinosaurios estén fuera de control. Y parece todo muy naif e infantil (de hecho, el primer muerto es fuera de plano), pero a medida que avanza la trama va convirtiéndose en algo más oscuro (nos hace dudar de que la calificación +7 sea la idónea). Oscuro pero para niños, entiéndase.
La pega está en que es cierto que ‘Jurassic World: Campamento Cretácico’ cumple la máxima de hacerles pasar por infinidad de peligros -aunque a veces dé la sensación de que está todo diseñado para que vayan de una a otro de una forma poco orgánica-, pero lo que no consigue es transmitir la sensación de angustia necesaria para que uno se implique con la película. Por mi parte, tengo muy claro el principal motivo: sus protagonistas menores de edad.
Y es ahí donde acierta Jurassic World: Campamento Cretácico, en el momento en que todo se va de madre y su línea narrativa se entronca con la de la primera película de Jurassic World, incluyendo referencias a los personajes y eventos de esta. Es el mismo escenario, vemos a algunos de los dinosaurios más destacados de esta, pero seguimos una historia alternativa. La acción crece, los cliffhangers enganchan y hasta le cogemos cariño a los chavales que antes nos parecían irritantes.
Sin más pretensiones que las del entretenimiento jurásico, la serie de Netflix se presta a un fugaz maratón y consigue desmarcarse de la etiqueta de producto de relleno de la franquicia. Tampoco inventa nada, por supuesto, pero estos dinosaurios molan.
‘Jurassic World: Campamento Cretácico’ no es la gran serie que merecía una franquicia como la que nos ocupa, pero al menos tampoco es una pérdida de tiempo. Simplemente es una aventura en paralelo a la película de 2013 que no tiene la garra suficiente para conseguir una verdadera identidad propia. En el mejor de los pasos es un pasatiempo que sigue los rasgos distintivos de la saga, pero hace falta algo más que eso para enganchar al espectador.