Sinopsis de Origen
Robert Langdon, profesor de simbología e iconografía religiosa de la universidad de Harvard, acude al Museo Guggenheim para asistir a un trascendental anuncio que cambiará el mundo. El anfitrión de la velada es Edmond Kirsch, un joven multimillonario cuyos visionarios inventos tecnológicos y audaces predicciones lo han convertido en una figura de renombre mundial. Kirsch, uno de los alumnos más brillantes de Langdon años atrás, se dispone a revelar un extraordinario descubrimiento que dará respuesta a las dos preguntas que han obsesionado a la humanidad desde el principio de los tiempos: ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Sobre Dan Brown y su obra
El escritor Dan Brown tenúa una deuda pendiente con España. País al que ha declarado su amor eterno en numerosas ocasiones y actos públicos. De hecho, fue el primer país extranjero que visitó, y sus más allegados dicen que desde el principio quedó completamente ensimismado por nuestra cultura y nuestra forma de entender el mundo.
Si bien es cierto, que como todo lo que rodea al autor, algunos datos tienen algo de leyenda, como los que aseguran que vivió en Sevilla casi durante un año, realizando estudios universitarios, hecho que posiblemente sea falso, sobre todo tras la declaración por parte de la Universidad de Sevilla que comenta no tener ningún registro sobre tal hecho.
Lo que sí está claro, es que Dan Brown estuvo casi durante un curso, viviendo en la maravillosa ciudad de Gijón. Y que ya en Estados Unidos, ejerció como profesor de español, al tiempo que hacía sus primeras incursiones en el mundo de la música, debido a la gran influencia de su madre que era compositora de música sacra. Como curiosidad comentar que el primer disco que grabó Dan Brown, se llamó «Ángeles y demonios», título que varios años más tarde emplearía para su segunda novela, publicada en el año 2000.
Música, religión, cultura, arte y sobre todo entretenimiento, es lo que a todas luces marcará su obra. No seamos hipócritas, Dan Brown escrie novelas muy entretenidas, de contenido pseudo científico pero que no dejan de ser ficción. Nadie dijo que fuera un autor elevado, riguroso o con un estilo envidiable, pero sí que ha conseguido que millones de lectores en todo el mundo se engachen a la lectura, y sólo por eso tendrá siempre mi apoyo.
Y digo que no seamos hipócritas, porque en otros ámbitos como en el cine, la fotografía, la música o la televisión no todo es estilo y saber hacer. Que levante la mano el que no haya disfrutado con pelis de aventuras de dudosa calidad, el que no haya escuchado música ligera o se haya pegado algún baile con la canción del verano (yo con mi nula capacidad para mover el esqueleto os aseguro que no) o el que no haya visto una serie simplona pero entretenida. No todo es cine de autor como Akira Kurosawa, David Lynch o François Truffaut por citar algunos.
Y Dan Brown es eso, entretenimiento puro, revestido de una capa de investigación con muchas licencias, pero que convierte a sus novelas en productos de lo más entretenido.
Origen
Pues bien, para su esperado homenaje a España, Dan Brown ha patinado de lleno. Yo que me declaro fan de todas sus novelas, me he encontrado con la peor de todo su repertorio, una lástima, porque apuntaba alto tras la interesante Inferno.
El hecho de que toda la trama transcurra en unas incongruentes 48 horas, creo que es el primer clavo del metafórico ataud de más de 640 páginas. Empiezo a detestar las novelas que parecen estar confeccionadas al peso, por motivos puramente comerciales y posiblemente editoriales. Comienzo a percibir una tendencia en el mundo literario de rellenar con letras a granel, páginas y más páginas. A veces, como en la mayoría de las artes, menos es más.
Ya conocía de lejos al personaje sobre el que giran la mayor parte de sus novelas, el profesor Robert Langdon, embutido en su mítica chaqeta de tweed y su inseparable reloj de Mickey Mouse, pero en esta novela extensísima, queda completamente desdibujado. Más grave es el caso de los nuevos personajes, Ambra Vidal, Edmon Kirsch, Julián o Valdespino a los que no te tenido tiempo de conocer, y con los que no he sentido la más mínima empatía, normal, ya que en 48 horas de acción es imposible profundizar en sus características ni motivaciones.Si algo tiene de bueno una serie de televisión o una novela extensa es que nos permite indagar en los confines del comportamiento de los personajes.
Si bien es cierto, que 640 páginas deberían ser más que suficientes para conocer los matices de los personajes de una novela, en este caso desde luego no sucede, son personajes planos, que apenas interactúan entre ellos y que no aportan gran cosa a la trama. Una lástima.
Decepción también para las referencias al arte moderno de España. Brown abandona sus típicas incursiones en el arte renacentista para meterse de lleno en otro tipo de arte, al que no ha sabido imprimir la pasión con la que desgranaba meticulósamente obras de Leonardo Da Vinci o de Dante Alighieri.
Es cierto que siempre hay anécdotas y datos muy curiosos en sus libros, pero en su última novela ha pasado muy de puntillas sobre sus explicaciones, compartiendo muy pocos detalles de lo que en anteriores entregas se había convertido en su sello de identidad, y que realmente era lo que provocaba que no quisíeramos soltar una de sus novela, las cuales devorabas en cuestión de pocos días. Alguna referencia muy interesante sobre la Sagrada Familia de Barcelona, sobre la Casa Milà (más conocida como La Pedrera), o sobre el emblemático museo Guggenheim que tan sólo hace unas semanas pude visitar, pero poco más.
El ritmo demasiado frenético pero que realmente no tenía mucha emoción, y unos villanos mucho menos temibles que en etregas anteriores, terminan de cerrar un defectuoso círculo, que en esta ocasión, amigo Dan, ha terminado en una novela un tanto insípida.
En esta ocasión su relación intensa con el personaje femenino no llega a mayores, porque sería completamente incoherente, ya que como decía anteriormente, sólo mantienen contacto durante un par de días, y porque en este caso la chica (siempre hay una chica) es Ambra Vidal, una conocida personalidad mediática en España, que va a casarse con el príncipe heredero Julián.
La relación de Julián con su moribundo padre es completamente insustancial, como también lo es la que mantienen con el mentor de ambos, un sacerdote ultra conservador llamado Valdespino. El resto de personajes secundarios, no merecen ni una mención en este artículo por lo vacíos que han quedado a lo largo de la novela.
Quizá también me ha «sacado» de la propia trama, el hecho de que la ambientación sea 100% española. Las continuas referencias a determinadas sectas que pululan por nuestra piel de toro, o una Familia Real que aunque tenía continuas paralelismos con la actual monarquía española (un príncipe que pronto se convertirá en Rey y que se enamora de una joven periodista) no ha terminado de parecerme interesante. Quizá es que prefiera historias más lejanas como las tratadas en sus anteriores obras, por ejemplo en el caso del Monumento a Whasington, la Capilla Sixtina o el acelerador de partículas suizo del Cern. Sencillamente, no me creía nada de lo que Brown me quería contar.
«Ahora el verdadero milagro para muchas personas es ver cómo funciona el sistema operativo de un Iphone».
Conclusiones
En definitiva, para terminar esta reseña de la novela Origen, decir que el lector encuentra pocas referencias artísticas, muchos personajes pero muy desdibujados, un halo continuo de escasa rigurosidad en temas relacionados con España y una historia precipitada desde las primeras páginas. Todo ello crea una peligrosa mezcla que hace de esta novela una auténtica decepción.
Pero no todo va a ser negativo. Sí que es cierto que la novela mantiene la curiosidad del lector, ya que es al final cuando descubrimos el misterioso mensaje apocalíptico del científico Edmond Kirsch, que en definitiva es el verdadero leitmotiv sobre el que pivota toda la trama.Un mensaje que bien podría haber salido de un episodio de Black Mirror, y que llama la atención precisamente por eso, porque puede ser un futuro en el que ya hayamos entrado sin darnos cuenta.
Al César lo que es del César, el argumento central de las novelas de Dan Brown suele ser muy potente, y en este caso se vuelve a cumplir esta premisa. En el mediático Código Da Vinci (2003) los cimientos de la Iglesia mundial se tambaleaban tras un descubrimiento relacionado con la Última Cena y María Magdalena. En El Símbolo Perdido, analizó con entusiasmo los recientes descubrimientos de la noética, una ciencia que estudia la influencia de la psique humana en el mundo físico (algo así como que nuestras conexiones cerebrales, pueden ejercer influencia en los objetos). En Inferno, reflexionaba sobre el papel del ser humano y su influencia en el futuro más próximo a través de la superpoblación mundial y el cambio climático. Finalmente, como ya hemos comentado, en Origen, reflexiona sobre el papel de la ciencia y las nuevas tecnologías.
De nuevo la religión sale mal parada en esta novela, las pulicaciones de Brown siempre levantan ampollas en los estamentos religiosos de todo el mundo. Parece que la religión tendrá que cambiar si quiere avanzar al ritmo que lo hace la sociedad hoy en día. Cómo explicó en la presentación mundial de Origen, que casualmente realizó en La Pedrera, la religión es un estamento que hace mucho bien por la sociedad, pero que quizás debería evolucionar para poder conectar con el nuevo tipo de sociedad: «Ahora el verdadero milagro para muchas personas es ver cómo funciona el sistema operativo de un Iphone».
Título: Origen
Autor: Dan Brown
Editorial: Planeta
Año: 2017
Páginas: 640
Género: Thriller