En los últimos días un nombre ha vuelto a la boca de todo el mundo, el de Jeffrey Epstein, el ricachón estadounidense que apareció muerto en su celda, con signos de haberse suicidado, el 10 de agosto de 2019 tras haber sido condenado por tráfico de menores. Era la segunda vez que era procesado, pero hasta entonces había sido impune. Sus grandes amistades y su influencia y poder le habían hecho creer impune.
El nombre de Epstein ha resucitado por varios motivos. Primero, porque el regreso de los hackers de Anonymous han colocado en la mesa la teoría de la conspiración de que fue asesinado y que Donald Trump dio la orden para que no desvelara su presencia en la trama de tráfico de menores. Después fue el final de The good fight, la maravillosa serie de CBS que dedicó su último episodio a esa teoría de la conspiración para denunciar los abusos de poder en las altas esferas de EEUU.
Pero si alguien ha logrado que todos volvamos a hablar de Jeffrey Epstein ha sido Netflix. La plataforma estrenaba hace unas semanas la serie documental dedicada a su figura y que bajo el nombre de Jeffrey Epstein: asquerosamente rico ha ido haciéndose un hueco hasta llegar a lo más alto del ránking de popularidad que colocan en su interfaz. No es de extrañar. La historia de este magnate tiene todos los ingredientes de una gran ficción, con el añadido de que en esta ocasión es real. Un ‘true crime’ con uno de los personajes más misteriosos, escabrosos y deleznables de los últimos años.
La serie documental de cuatro episodios es una reconstrucción minuciosa de todos los casos en su contra, y pone especial énfasis en los testimonios de sus víctimas. Ellas hablan a cámara y relatan cómo fueron acosadas y abusadas por él y por su pareja Ghislaine Maxwell cuando eran menores. Maria Farmen y su hermana Annie, Sarah Ransome, Virginia Giuffre -una de las claves del caso y que señala a personalidades como el Príncipe Andrés, Harvey Weinstein o Bill Clinton– y otras decenas de mujeres que sufrieron al depredador. Todas coinciden en su testimonio y responden a un mismo patrón: eran jóvenes de familias desestructuradas que necesitaban dinero. Epstein las usaba.
La serie documental fue realizada antes que Jeffrey Epstein fuese arrestado. Es decir, fue filmada con miedo. Lisa Bryant recordó que en ese momento se guardó todo el material en un lugar secreto por temor a que fuese robado o hackeado.
La docuserie también está basada en libro homónimo del escritor James Patterson, quien lo publicó hace cuatro años. Y fue producida por el cineasta Joe Berlinger, quien hace poco estrenó su película sobre Ted Bundy protagonizada por Zac Efron.
¿DE QUÉ TRATA?:
Los relatos de las sobrevivientes avivan esta serie documental, que analiza cómo el convicto abusador sexual Jeffrey Epstein usaba su riqueza y poder para perpetrar sus delitos.
LO BUENO: UNA CARTA DE DENUNCIA
Es obvio. La docuserie es una carta de denuncia en video. El noventa por ciento del contenido se finca sobre los testimonios de las mujeres que fueron abusadas sexualmente por el multimillonario Jeffrey Epstein.
Con un corte periodístico, pero también policial, la obra de Lisa Bryant persigue el rastro de las voces que denuncian una red de poder oculta en la que Epstein es un pequeño eslabón.
Sin embargo, fuera de desviarse a un tono conspirativo y sin fundamento, la serie documental es real y honesta. Filma a cada mujer abusada y entrega su testimonio a detalle. Costura por costura, hilo por hilo, los testimonios no escapan ningún pormenor.
Lo anterior fortifica la calidad de la docuserie. La cámara capta la valentía figurada en los rostros de cada una de las mujeres. Y sin adornos evidencia la asquerosidad y perversión de un hombre poderoso en dinero, pero pobre en principios.
Esta carta de denuncia está bien escrita, pues Lisa Bryant encarga un perfecto trabajo de edición. Los flashbacks elaborados a partir de recreaciones están integrados por material verídico como las fotografías de las mujeres cuando eran niñas.
Las grabaciones de locaciones cruciales para el documental también son valiosas. No por nada Lisa Bryant afirmó que todo el equipo fue acosado por la seguridad de Epstein cuando filmaron su mansión privada.
Con tal material valioso, la directora acompaña algunas secuencias con música de tipo misterioso. Y se apoya con entrevistas de policías, investigadores privados y funcionarios implicados en el caso.
Así, Lisa Bryant realiza una serie documental que se siente como un choque de electricidad, pero sobretodo como una carta de denuncia escrita por voces de mujeres valientes.
LO MALO: FALTA DE ORIGINALIDAD
Jeffrey Epstein Asquerosamente Rico no es algo fuera de lo común. Tampoco es un documental que destaque por su apartado técnico ni de investigación. Es una serie que repite la fórmula básica y la ejecuta de manera eficaz, sin originalidad.
Además, no sería grosero señalar que en varias ocasiones la información se queda corta. Y como consecuencia de que la dinámica de los testimonios se repite una y otra vez llega a ser cansado. El tener esta característica repetitiva también vuelve a la docuserie algo aburrida hacia la mitad de sus capítulos.
Mientras que se dejan varios cabos sueltos que bien podrían explorarse en otro momento. Los casos del príncipe Andrés de Gran Bretaña y de Alan Dershowitz, por ejemplo.
Finalmente, la falta de originalidad también se nota en la manera de exponer la vida de Jeffrey Epstein, de quien se explora en apenas algunos minutos para dar paso más a las denuncias.