¿Recuerda la polémica que surgió cuando se anunció que la sexta temporada de BoJack Horseman sería la última? El misterio se ha resuelto y Raphael Bob-Waksberg finalmente ha aclarado que no fue una decisión creativa sino de Netflix. Afortunadamente, el equipo tuvo tiempo de planificar una última entrega de 16 episodios divididos en dos partes y, aunque no sabemos cuántas temporadas más habría tenido la serie de no ser por este cierre forzado, ahora que lo hemos visto podemos decir que el final ha sido perfecto.
Sí queda la sensación de que de haber tenido algunos episodios más habríamos tenido la oportunidad de echar un vistazo a la vida de algunos personajes para los que no hubo tiempo ni espacio de desarrollo. Hemos de suponer que están bien, que han superado su dolor, sus traumas, y que, como el resto han pasado página y han conseguido vivir sus vidas como se merecen, pero me habría gustado ver a Hollyhock y Penny felices en su época universitaria, rodeadas de amigos y familia que las quieren.
Pero de entre todo lo que no vimos, echo de menos haber sido testigos del rodaje y el estreno de Fireflame, y ver a directora y protagonista disfrutando del reconocimiento que se merecen. Sabemos que la película se hizo realidad, sin embargo, habría sido bonito ver a Kelsey y a Gina trabajando juntas, por todo lo que significa para ambas, especialmente para la actriz que encontró apoyo en la directora aunque la primera referencia que le dieron de su comportamiento fue negativa. Ese incidente no quedó reflejado en la pizarra en la que trabajaron BoJack, Diane y Princess Carolyn, pero a nosotros no se nos olvida.
Como esperábamos por lo que nos dejó la primera parte de la temporada, en la parte final BoJack tuvo que enfrentarse cara a cara con su privilegio, sus errores y el daño que había causado. Esta serie animada con seres antropomórficos nos sorprendió constantemente por su nivel de humanidad y por su complejidad, pero también porque supo llevar a su protagonista hasta las últimas consecuencias, realizando un viaje del antihéroe como no habíamos visto antes en ninguna de las llamadas series de prestigio.
Aplaudo la valentía de la serie al no elegir el camino fácil. No optaron por la redención ni por la muerte, a diferencia de los finales elegidos para Don Draper, Tony Soprano o Walter White. Lo primero habría sido injusto con el universo de la ficción, y lo segundo con el mundo real, porque muchas personas se han sentido identificadas con la depresión del personaje. BoJack Horseman abrazó el cambio y cambiar es un proceso difícil de un continuo aprendizaje que requiere compromiso. BoJack aún está embarcado en ese proceso.
No solo él, todos han tenido que abrazar el cambio, Princess Carolyn, Diane, Todd y Mr. Peanutbutter han crecido y han encontrado la manera de redirigir sus vidas, han aprendido a dejar ir a algunas personas y a aceptar la ayuda de otras. Ese era el mejor final que nos podía regalar BoJack Horseman; no un final feliz, cualquiera que fuera, en el que todos los hilos quedasen atados, porque la vida no acaba con los títulos de crédito y la canción Mr. Blue.
Los destinos de esos cinco personajes ya no están conectados diariamente, pero BoJack ahora sabe que puede cambiar, está dispuesto a hacerlo y, si es capaz de pedir ayuda, sabe que siempre podrá contar con esas manos amigas que, aún después de todo lo que ha ocurrido, estarán si lo necesita. Ya no permanecen atados por los vínculos codependientes y dañinos de antes, recuperar la confianza lleva tiempo, pero cualquier relación que tengan a partir de ahora será más madura, honesta y sana.
“A veces la vida es una mierda y entonces sigues viviendo” es una verdad como un templo. La escena final con BoJack y Diane en el tejado fue el cierre perfecto para la serie y para ambos personajes. Parece una despedida y seguramente hayamos sido testigos de la última conversación íntima que mantengan ahora que están separados por la vida y la distancia, pero fue importante porque en la vida real la mayoría de las veces no tenemos la oportunidad de tener una, y eso BoJack lo sabe muy bien.
Como dice la letra de la canción Mr. Blue de Catherine Feeny: “Don’t hold your head so low that you can’t see the sky”. Gracias por tanto, BoJack Horseman. Te echaremos de menos.