Con un reparto de altísimo nivel encabezado por Angelina Jolie, Elle Fanning y Michelle Pfeiffer, desde el jueves 17 de octubre llega a la cartelera nacional la secuela de la historia del hada oscura del cuento La bella durmiente: Maléfica, estrenada en 2014.
La acción de esta entrega acontece años después lo ocurrido en la primera película, y detona cuando Aurora, ahora reina del Páramo, acepta la propuesta de matrimonio del Príncipe Phillip de Ulstead, lo que pondrá en tensión la relación de madre e hija que han creado Maléfica y Aurora.
Lo mejor de Maléfica: dueña del mal sin duda es su grandiosa y exquisita puesta en escena, llena de paisajes (digitalmente creados) coloridos y encantados, que ciertamente al público infantil dejará fascinado. También cuenta con un reparto envidiable por cualquier producción, teniendo a la cabeza a tres actrices excelentes como lo son Jolie, Pfeiffer y la joven y brillante Fanning.
Sin embargo, y con todas estas herramientas para que la continuación de la historia de Maléfica hubiese sido una película satisfactoria totalmente, la entrega se queda en tibio apenas, con una historia tan obsoleta como predecible.
La acción no consigue salir nunca del terreno de lo superficial de una película de princesas que hace 20 años atrás hubiese funcionado mucho mejor que hoy en día. Si bien hay intentos de explorar la relación madre e hija entre Aurora y Maléfica, las vemos tan poco juntas en pantalla que no se alcanza a construir al punto de transmitir alguna emoción.
Lo mismo sucede con la exploración a los orígenes de Maléfica, que aunque es una vertiente interesante para el relato, se queda nuevamente en el terreno de lo vislumbrado, lo que genera que haya muchos cabos sueltos para el espectador.
En síntesis, Maléfica: dueña del mal cuenta con todos las herramientas y artilugios de las películas de Disney que el público tanto adora: vestuarios de ensueño, castillos, hermosas criaturas fantásticas, etc. y a su magnética protagonista, lo que la hace una película que cumple. Lamentablemente posee elementos -como los que se mencionaron antes- que pudieron haber sido mejor aprovechados para darle más consistencia y solidez a la historia que vemos en pantalla, pero ahí se queda. Para quienes gusten de las grandes puestas en escena y los cuentos de hadas y princesas, está perfecta. Para ir a pasar un buen rato, también. Para los demás, hay otras opciones.