Mantener un MMORPG activo e interesante para los usuarios es siempre un enorme reto; no cualquier compañía o estudio puede afrontar el desafío que significa retener la atención de las personas en un juego que, de no preservarse fresco y renovado constantemente, puede llegar a caer fácilmente en el olvido. Square Enix es una de esas pocas compañías que sabe del tema y lo ha demostrado cabalmente con Final Fantasy XIV, juego que tras resurgir gloriosamente de lo que fue su estrepitoso lanzamiento, se ha consagrado ya como uno de los títulos online más populares de la actualidad.
CONTENIDOS MODESTOS, PERO BIENVENIDOS
Pero dejando de lado el apartado de su historia, Shadowbringers trae consigo contenidos, cambios, adiciones y correcciones que hacen que la experiencia de juego sea óptima. Empezando por lo más llamativo se encuentran los dos nuevos jobs: Gunbreaker y Dancer. En lo que respecta al primero, éste viene siendo una especie de tanque que se especializa en el ataque y el manejo de las Gunblades, lo cual resulta contrastante por la propia naturaleza defensiva del oficio; pese a tener altas defensas y mucha vida, el dar prioridad al ataque y causar daño puede llegar a ponernos en situaciones de peligro si no tomamos las debidas precauciones. Por su parte, el Dancer es un DPS físico de distancia que se inclina más hacia el soporte y apoyo a los miembros del equipo que al combate individual. Por medio de varios bailes y pasos, éste puede aumentar tanto los propios stats como de los compañeros e incluso pasar los suyos a los demás.
Siendo honestos, me fue difícil acomodarme tanto al Gunbreaker como al Dancer. En lo que respecta al tanque, me resultó complicado aprender a balancear los perfiles ofensivo y defensivo sin llegar a descuidar el otro y viceversa; es decir, o atacaba o defendía y jamás pude lograr el equilibrio entre ambas acciones. Mientras tanto, con el bailarín sentí que su verdadero potencial sólo sale a relucir en batallas largas (como en dungeons, raids o jefes) ya que en las cortas no causa mucho daño; se sabe defender y es dinámico en cuanto a controles, pero no es el mejor agresor que hay.
Personalmente, jamás me acomodé al Gunbreaker ni al Dancer, pero eso no significa que no sean jobs interesantes. Creo que los jugadores más veteranos disfrutarán de experimentar con cada uno de éstos y hasta conseguirán hallarle la maña a ambos.
Complementando a los Jobs nuevos, también se añadieron dos nuevas razas para nuestros avatares: la ya conocida Viera, raza con apariencia de conejo y que es exclusiva para los personajes femeninos; y los Hrothgar, raza con facciones de león que sólo los hombres pueden adoptar. Sin duda alguna, las dos le dan mayor variedad a la comunidad que hay en el juego.
Una de las novedades en el apartado de funciones es el sistema Trust que permite formar equipos con personajes NPC en lugar de jugadores en ciertos Raids y/o misiones. Siendo alguien que gusta de jugar solo, agradecí este última adición ya que me dejó disfrutar de la expansión y sus contenidos a mi ritmo. Sin embargo, reconozco que éste de poco (o nada ayuda) en misiones complicadas o de la historia en las que en definitiva te verás obligado a hacer equipo con otros jugadores ya que si no serían casi imposibles de realizar. También me di cuenta de que la inteligencia artificial de los personajes dejaba mucho a desear y se comportaba de manera errática en muchos momentos.
Como se esperaría, hay más material nuevo propio de cualquier expansión: Nueve calabozos con diferentes temáticas, entre ellas algunas que ayudan a subir de nivel y otras más que ponen a prueba nuestras habilidades; Raids especiales para varios jugadores que se lanzarán en futuras actualizaciones; ajustes a muchos de los jobs que ya lo requerían (como el Dark Knight); un aumento al tope de nivel a 80; y el Charged Action System, que nos dejará guardar un número limitado de ciertas acciones para que así podamos usarlas consecutivamente sin tener que esperar. Como verás se tratan de adiciones predecibles y modestas pero que le dan frescura al juego.
LA OSCURIDAD TAMBIÉN TIENE SU LADO VISTOSO
Gráficamente hablando no noté nada sobresaliente, pero eso no significa que no me haya maravillado al ver este nuevo mundo que, a su modo, es majestuoso y hermoso. Sí, siguen habiendo desperfectos visuales como la Draw Distance, el popeo repentino de elementos en el mundo e incluso texturas que no están tan bien definidas, pero esto no es algo que no hayamos visto ya. Además, ninguna de estas fallas visuales afectan en lo absoluto a la jugabilidad o a la experiencia misma.
La música es un apartado en el que personalmente siento que hubo una ligera caída. Personalmente, quede maravillado con la banda sonora de Stormblood y esperaba que Shadowbringers me volara la cabeza por igual. El trabajo ofrecido por Masayoshi Soken está a la altura del juego y se compone de varias piezas increíbles que ambientan adecuadamente al oscuro mundo de Norvrandt. Sin embargo, creo que le faltó ese “punch” que al menos pude percibir en la expansion previa. Aclaro que con esto no digo que la música sea mala, sino que simplemente no quedé encantado con ella (pero eso es una opinión es meramente subjetiva).
Finalmente y complementando el apartado sonoro, se mantienen las voces en inglés y japonés. Ambas opciones de audio son buenas, aunque en lo personal me inclino más por la segunda. Tristemente, el juego sigue sin tener opciones de texto al español, por lo que quienes no dominan en el idioma podrían sentirse abrumados por la enorme carga de texto que hay en el juego.
Final Fantasy XIV: Shadowbringers es una expansión increíble que nos adentra a un mundo nuevo y familiar al mismo tiempo. Norvrandt es más que el lado opuesto de Hydaelyn y Eorzea, es un rostro alterno que nos muestra la manera en la que el predominio de una fuerza puede traer enormes estragos a un mundo que se ha sumido en la decadencia. De igual manera, la historia es profunda, oscura y emotiva ya que da más peso al drama y la moralidad que a temas políticos, bélicos y militares.