Pese a lo que muchos han vaticinado, la fiebre por los súper héroes parece estar lejos de terminar. Ni los desatinos de Brie Larson (una verdadera lástima, había contraído un semi-crush con ella) o el aparente hartazgo temático parecen apagar la sed de personajes súper dotados salvando al mundo. La adaptación de la novela gráfica sobre súper héroes disfuncionales, Umbrella Academy (Gerard Way y Gabriel Bá) por parte de Netflix viene a confirmar que para detener a los comiqueros de corazón se necesita mucho más que el berrinche de una actriz progre.
No obstante, esta ansiedad por tener historias súper heroicas no es gratuita. Teniendo un público cada vez más demandante, se exigen historias en las que no solamente se deba evitar un apocalipsis haciendo uso de súper poderes vistosos, sino historias en las que los personajes sean estructurados y multidimensionales. Umbrella Academy capitalizó este deseo en sus páginas, mostrando a un equipo de súper héroes excéntrico, descarriado y rodeado de violencia, sin la grandilocuencia de la Liga de La Justicia o de los Vengadores, pero con mucha más violencia. Aunque con notables diferencias con respecto al material original, Netflix logra una adaptación que mantiene el tono desesperanzado y oscuro y sobre todo la disfuncionalidad de estos héroes perdidos. Una bocanada de aire fresco en medio de la pirotecnia súper heroica en los cines.
¿De qué va?
En 1989 y de forma inexplicable 43 niños nacieron de madres que ni siquiera mostraban signos de embarazo sino hasta el momento de dar a luz. Siete de ellos, poseedores de habilidades sobrehumanas, fueron adoptados por el excéntrico millonario Sir Reginal Hargreeves (Colm Feore), quien en su Academia Umbrella los entrena para convertirlos en un equipo de súper héroes, que alcanzará la fama mundial gracias a sus misiones. Diversos eventos llevan a los hermanos a separarse, pero la inesperada muerte de Hargreeves los reúne. Intentado descifrar el misterio de la muerte de su padre adoptivo, descubrirán que deben unirse nuevamente para detener una amenaza de escala mundial… Si es que logran resolver sus diferencias.
Los descarriados héroes son Luther (Tom Hopper), quien posee fuerza sobre humana; Diego (David Castañeda), que puede cambiar la trayectoria de los objetos que arroja; Allison (Emmy Raver- Lampman), con poderes de control mental ; Klaus (Robert Shehaan), atormentado por su poder para conjurar a los muertos; Número cinco (Aidan Gallager), que viaja por el tiempo y puede realizar teletransportación); Ben (Justin H. Min), que alberga bestias transdimensionales en su cuerpo y Vanya (Ellen Page), quien al parecer carece de poderes sobrehumanos pero por alguna razón siempre era vigilada por su padre.
Súper héroes auto saboteados.
Aunque la historia podría sugerirnos un descarado rip off de los X-Men, humanos mutados con poderes bajo la tutela de un profesor en una gran mansión y a quienes todo el mundo quiere matar, los miembros de la Academia Umbrella gozan de fama y aprecio mundial. Comics y figuras de acción fueron creadas para homenajearles. Inclusive la bella Allison goza de fama como actriz. Son sus propias carencias afectivas (atrofia emocional, dice Número Cinco) y disfuncionalidad como familia y social la que los persigue y sabotea.
Mientras que en el cómic original los protagonistas deben enfrentar súper villanos coloridos, bestias gigantes de otra dimensión y demás extravagancias, aquí la principal amenaza que enfrentan nuestros héroes son sus propios demonios internos, lo que paradójicamente añade realismo al absurdo: Siendo fenómenos y criados con dureza ¿qué podíamos esperar?
Acción justa y original
Pero eso no quiere decir que todo sea drama. Precisamente alejándose de los X-Men y sus interminables lágrimas por los recurrentes “genocidios mutantes” pero con violencia contenida, aquí las escenas de acción y sangre se muestran sin tapujos. Las escenas de combate son crudas, duras, con sangre a borbotones, pero correctamente coreografiadas.
Otro logro de la serie es, curiosamente, lograr incorporar elementos de humor perfectamente colocados, acompañados de un soundtrack impecable que consigue arrancar una sonrisa en el espectador pese a la crudeza de la trama. Los nostálgicos disfrutarán a lo sumo.
Por otra parte, y sin entrar en detalles pues ello implicaría spoilers, ciertos personajes que en el comic son sanguinarios y viles, aquí contribuyen con el humor de la serie. Créanlo o no, es un acierto y dichos elementos se vuelven de los más entrañables dentro del casting.
Un casting eficaz
Quienes conozcan la novela gráfica notarán, por supuesto, que el aspecto de los personajes difiere notablemente en la serie. Mientras que originalmente todos los protagonistas son caucásicos, en la serie tenemos un casting de diversos orígenes étnicos y uno de los personajes es abiertamente homosexual (lo cual es evidente desde el póster). Esta “diversidad” que tanto ha dado de qué hablar en materiales de ficción recientes, no obstante, está allí solamente para cumplir las normas y no estorba al desarrollo de la trama.
Las actuaciones, por otra parte, son notables, lo que le añade gran dinamismo. Destacan Ellen Page como la gris Vanya y Robert Shehaan como el estrambótico Klaus, pero el show se lo lleva Aidan Gallager como el cínico y sanguinario Número Cinco.
Pero ¿Entretiene?
Con un rito ágil, entretenido y con las dosis de misterio requeridas, la serie es digna de los famosos “Maratones Netflix”. El gustado efecto de preguntarnos “¿Qué pasará ahora?” y “¿Quién es el villano después de todo?” es logrado con creces.
¿Hay que verla?
Sin duda. Otro éxito de la polémica distribuidora de Streaming y una buena fuente de material ahora que las series de Marvel han sido canceladas y sobre todo un descanso de tanta pirotecnia y desatinos en el cine superheróico.